Michelle Bachelet Nuestra Presidenta

11 marzo 2008

Patricia Verdugo

Patricia fue más que una periodista de excelencia: fue una luchadora inclaudicable. Su consecuencia con la libertad, la verdad y la justicia son su mejor aporte al periodismo nacional y a la historia.

Patricia falleció un domingo, el 13 de enero. Había dicho muchas veces que no quería morir, que quería seguir escribiendo, "¡Quiero ser abuela!", decía. Pero tuvo que perderle el miedo a la muerte, empezar a poner todo en orden y preparar la separación de sus tres hijos.
Mujer de una extraordinaria fortaleza, convivió con el terror y el dolor gran parte de su vida. "El caso de los detenidos desaparecidos no corresponde ni a invenciones propagandísticas ni a muertes por enfrentamientos. Se trata de chilenos y chilenas que fueron secuestrados y luego desaparecieron". Con estas palabras Patricia Verdugo Aguirre -junto con Claudio Orrego-, registró en 1980 páginas irrefutables y el doloroso testimonio de los familiares. Herida abierta, que como ella expresaba "sólo sanará con la verdad y la justicia, pues de lo contrario será mañana vergüenza colectiva de todos los chilenos por haber sido incapaces de asumir esta tragedia con elevación y coraje".
Al relatar su experiencia el día del golpe de Estado, escribió: "...Al atardecer comenzamos a destruir revistas, discos, documentos. Ya éramos presa del terror y entendíamos que había comenzado una pesadilla de persecución...". Era el preludio del horror, pues años más tarde su amado padre, Sergio Verdugo Herrera -constructor civil, dirigente sindical, democratacristiano- desapareció un frío atardecer de invierno de 1976. Su cuerpo fue encontrado en el río Mapocho. Patricia estuvo amenazada de muerte y cuando le preguntaron dónde le gustaría vivir respondió que en Nueva York o en la Isla de Pascua pero, agregó, "soy mapuche por estructura sicológica y Chile es mi tierra". A pesar de sus dolorosas pérdidas, Patricia nunca abandonó ni su trabajo ni su país.
Su gran legado profesional es el periodismo de investigación. Sus libros se han convertido en clásicos: "Una herida abierta" (1979); "André de La Victoria" (1984); "Quemados vivos" (1986); "Los zarpazos del puma" (1985); "Operación siglo XX" (1990); "Tiempo de días claros" (1990); "Interferencia secreta" (1998); "La caravana de la muerte. Pruebas a la vista" (2000) y "Salvador Allende: Cómo la Casa Blanca provocó su muerte" (2003). El más íntimo "Bucarest 187", tal vez el más difícil y duro para ella, en que da cuenta de la desaparición de su padre.
Su mayor éxito editorial fue "Los zarpazos del puma", publicado en 1985, sobre la llamada Caravana de la Muerte. En 1998 el juez de la Corte de Apelaciones Juan Guzmán Tapia la citó para analizar lo expuesto en ese libro, cuyo título aludía al helicóptero tipo Puma que transportó a más de 70 prisioneros políticos. El magistrado tenía dicha investigación con anotaciones y notas al pie de página, y fue el caso que derribó al dictador con su desafuero, arresto y enjuiciamiento en enero de 2001.
Como bien señala el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, "la justicia y la memoria son lujos exóticos en los países latinoamericanos: nos han acostumbrado al desprecio de la vida y la prohibición de recordar". Por eso el verdadero significado de "Los zarpazos del puma", más que reparar dolores propios, fue ser la primera vez que alguien se atrevió a hablar fuerte y claro sobre las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Y ese camino eligió Patricia: "Hubiese podido descansar, relajarme, respirar, pero el deber para con los muertos no me da tregua: ellos murieron, tú vives. Cumple con tú deber a fin de que el mundo sepa todo aquello".
Patricia fue más que una periodista de excelencia: fue una luchadora inclaudicable. Su consecuencia con los valores de la libertad, la verdad y la justicia son su mejor aporte al periodismo nacional y a la historia de Chile. Su recuerdo seguirá vigente, y tal como dijo su gran amiga Odette Magnet, en su despedida: "La palabra imposible no estaba en tu amplio vocabulario. Nos alentaste, nos empujaste, nos entusiasmaste con tu esperanza, tu fortaleza, tu tenacidad porque dejaste una huella profunda, marcada a fuego. Estamos profundamente agradecidos por lo que fuiste y por lo que te negaste a ser".
Síntesis del homenaje realizado por la diputada Isabel Allende, a nombre de la bancada del partido Socialista, el 4 de marzo a la periodista y escritora Patricia Verdugo.