19 abril 2007
09 abril 2007
Cardenal Raúl Silva Henríquez
En el acto, celebrado en el Salón Fresno del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica, la Presidenta Bachelet subrayó que “no es habitual que coincidamos en un acto todos quienes han ejercido y quien actualmente ejerce el mando de la República para evocar y rendir un tributo de gratitud de la vida de una persona”.
Por ello, calificó al fallecido prelado como un “mensajero de la esperanza, de justicia y de verdad” y “una fiel expresión de su doctrina y de su fe”.
Silva Henríquez fue fundador del Comité Pro Paz, que en 1976 adoptó el nombre de Vicaría de la Solidaridad y que constituyó un referente de defensa de los DDHH y el retorno a la democracia.
Al respecto, y poniendo énfasis en el trabajo del prelado en materia de derechos humanos, Bachelet remarcó que “fue valiente y asertivo para advertir a quienes detentaban el poder, que había límites que nadie debía transgredir”, y apuntó que “fue el hombre justo en el momento preciso. Y Chile no terminará nunca de agradecerle”.
Luego, la Mandataria expresó que “en medio del silencio de tantos que no podían, que no podíamos hablar, y de otros que pudiendo hacerlo callaban, sus palabras transmitieron en esa Pascua, a creyentes y no creyentes, la solidaridad de un hombre justo y valiente, así como la fe de que la vida prevalecería sobre la muerte”.
A reglón seguido, añadió que “fue gestor de iniciativas vitales para la defensa y protección de miles de compatriotas, y para la defensa de los derechos humanos en nuestro país. Nunca sabremos cuántos chilenos y chilenas salvamos nuestras vidas gracias a los esfuerzos que él encabezó desde el Comité Pro Paz y desde la Vicaría de la Solidaridad”.
Aunque su más destacada faceta pública aparece en la defensa de los derechos humanos, cabe destacar su fuerte influjo en la Iglesia de Chile. Creó la Academia de humanismo cristiano, la Vicaría de la Pastoral Obrera, y reorganizó la administración del arzobispado.
Sostuvo agrias disputas con el régimen de Pinochet, lo que significó que este presionara a la curaia para su remoción. En virtud de haber cumplido la edad límite para ejercer el arzobispado, el Cardenal Silva presentó su renuncia la cual fue inmediatamente aceptada. Entregó su cargo a Juan Francisco Fresno el10 de junio de 1983. Con posterioridad a este hecho se mantuvo alejado de la vida pública, producto de sufrir la enfermedad de Alzheimer.
Recibió distintos premios, entre ellos el Premio Derechos Humanos 1971 otorgado por el Congreso Judío Latinoamericano y el Premio Derechos Humanos de la Naciones Unidas en 1978. La Vicaría de la Solidaridad, por su parte, recibió el Premio Príncipe de Asturias de la concordia, en 1986.
Murió el 9 de abril de 1999. Se le rindieron los máximos honores de estado, con un funeral donde fue acompañado por miles de personas.